#Periodigno

sábado, marzo 17, 2012

Que el periodismo está de capa caída no es algo nuevo. Que cada vez se nos va más de las manos, a pesar de que la autocrítica siempre está presente. Todos, en especial los profesionales del sector, sabemos que sólo la vuelta al origen del periodismo, a la cercanía al ciudadano y al reflejo de la sociedad, es lo que de verdad va a salvar esta profesión. ¿Entonces, qué pasa? ¿Por qué no vamos hacia ese camino?

Hoy, 17 de marzo, la Asociación de la Prensa de Sevilla ha celebrado una concentración en plena Plaza Nueva, en la que se pedía una dignificación de la profesión. Unas condiciones laborales, no ya extremadamente buenas, sino estables y dignas. Porque estamos viviendo momentos verdaderamente difíciles. Se han escuchado algunos testimonios y datos que de verdad, te hacen casi llorar por el futuro de esto: Profesionales del periodismo gráfico que llevan más de veinte años trabajando sin un contrato de trabajo. Que ni siquiera pueden pisar la redacción a la que envían sus fotos para que no haya una vinculación laboral que impida despedirlos sin ningún tipo de indemnización. Jóvenes estudiantes de la Facultad de Comunicación ilusionados con el futuro a los que, antes de salir de la carrera ya les han minado las ganas y la vocación que tenían. Y es que sólo hay que ver las cifras para deprimirse. Cada año se licencian, sólo en Sevilla, alrededor de trescientos periodistas. Desde 2008 se han despedido a miles de profesionales. Algo falla en este sector. Algo falla cuando los periodistas dejan de ser necesarios.

Porque como alguien dijo esta mañana, "cada vez que se acalla a un profesional, gráfico o plumilla, la democracia pierde". Porque nuestro oficio es - o al menos, eso creía yo - contar a los ciudadanos lo que pasa. En el mundo, en su país, en su ciudad, en el estadio de su equipo de fútbol, en el teatro de su pueblo, con la asociación de vecinos de su barrio o con la multinacional que acaba de adquirir un grupo empresarial. Contar lo que ocurre, explicarlo y hacerles llegar la realidad que tenemos.

Hoy en día esa esencia se ha perdido. Se tiende a ser un mero papagayo de las agencias, en el mejor de los casos, y un altavoz de intereses políticos y económicos, algo completamente sesgado por la ideología y el dinero, en los casos más flagrantes. Y eso ha hecho que se pierda la credibilidad. Antes los ciudadanos confiaban en la prensa. Se llegó a decir que éramos el Cuarto Poder, capaces de derrocar gobiernos y destapar escándalos económicos que hacían tambalearse los cimientos de la sociedad. Todos los periodistas alguna vez hemos soñado ser Bernstein y Woodward.

Es cierto que hay que adaptarse a los nuevos medios, que la inmediatez de internet ha cambiado el chip de la profesión. Pero no por ello debe perderse la esencia. Porque ese periodismo cercano, de reportaje, ese periodismo personal que gusta leer despacio, degustando cada palabra, también tiene cabida aquí. Pero hace falta tiempo para hacerlo y que el periodista tenga las herramientas necesarias. Porque profesionalidad, imaginación y vocación seguro que no le falta.

Somos muchos profesionales y la democracia, la sociedad, necesita periodistas. Y necesita que estén formados correctamente. Porque cualquiera puede ser un juntaletras, pero no sólo eso es lo necesario. Hay que saber analizar, saber mirar, saber contar y conocer dónde están nuestros límites éticos y morales. Hay que dominar una serie de conceptos y herramientas que se aprenden en la Universidad y se perfeccionan día a día en la calle, constantemente, porque estamos en formación contínua. Porque la nuestra es una educación que no se termina el día en que nos dan el título de Licenciado, sino que va más allá, a lo largo de toda la vida.
Porque queremos unas condiciones laborales dignas. Porque queremos volver a ser lo que fuimos. Porque queremos seguir siendo la voz que llega hasta el pueblo. Y porque no queremos que la profesión más bonita del mundo se ahogue en una crisis económica. Por todo eso, pedimos un #periodigno.

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